El uso extensivo de drones en el conflicto ucraniano ha transformado radicalmente el campo de batalla. Desde reconocimiento hasta ataques y logística, las máquinas han asumido tareas cruciales, relegando a los soldados a un rol secundario de finalizar las operaciones iniciadas por drones. Este cambio tecnológico ha impactado la estrategia militar, la geografía del combate y las pérdidas humanas.
Un incidente reciente ejemplifica el cambio en el campo de batalla ucraniano: un dron detectó a dos soldados rusos rendidos, los guio hasta las fuerzas ucranianas, y todo ocurrió sin contacto humano directo. Esto refleja la creciente importancia de los drones en la guerra.
La guerra de drones en Ucrania ha dejado de ser un factor táctico para convertirse en el elemento definitorio del conflicto. Su uso ha evolucionado de pruebas aisladas a una transformación completa de las estrategias de combate, defensa y logística.
Un ejemplo clave es la captura de soldados rusos rendidos guiados por un dron hasta las fuerzas ucranianas, un hito que demuestra la velocidad y profundidad del cambio tecnológico y doctrinal en Ucrania. La acción ofensiva culminó sin contacto humano directo.
El uso de municiones aéreas pequeñas y económicas, junto con robots terrestres, ha expandido la llamada "zona letal" a distancias mucho mayores que las de fusiles o morteros. Esto ha transformado la geometría del combate, favoreciendo unidades ligeras y dispersas para minimizar pérdidas.
La proliferación de vehículos terrestres no tripulados (UGV) y drones de carga ha creado un "ejército dentro del ejército" para la logística, desde la evacuación de soldados hasta el reparto de municiones. Muchas de estas adquisiciones se financian con donaciones civiles, y se planean envíos masivos de decenas de miles de robots.
Las capacidades ofensivas de los robots terrestres han mejorado significativamente, automatizando tareas que antes requerían equipos humanos especializados. Los regimientos especializados en sistemas no tripulados son estratégicos, objetivo prioritario para el enemigo, pero también cruciales para mantener o romper frentes.
La producción masiva de drones es crucial. Se estima que Ucrania y Rusia producían grandes cantidades de drones antes de 2025, pero la escala necesaria para mantener un ritmo ofensivo sostenido es enorme. Ambos países buscan aumentar su producción, creando una competencia que define una nueva forma de desgaste estratégico.
Dos avances tecnológicos destacan: los drones con cableado de fibra óptica, inmunes a la interferencia radioeléctrica, y la integración de IA para un guiado semiautónomo, aumentando la precisión y reduciendo la dependencia del control humano. También se están probando sistemas que extienden el radio de control hasta 40 kilómetros.
A pesar de la revolución tecnológica, existen limitaciones: la meteorología, el terreno y la guerra electrónica siguen favoreciendo sistemas clásicos. Además, los operadores remotos son objetivos prioritarios. La guerra sigue necesitando capital humano, aunque su rol y exposición han cambiado.
El uso de máquinas para tareas letales plantea dilemas morales y prácticos, reconfigurando las reglas del combate. Estratégicamente, la proliferación de drones ha estancado avances rusos, pero también ha incentivado una escalada ofensiva con bombardeos masivos y lanzamientos de Shahed.
La mayoría de los analistas concuerdan en que, con una mayor producción y sofisticación de la IA, la guerra será más robotizada, distribuida e impredecible. Sin embargo, los expertos advierten que los drones no reemplazarán por completo la artillería o la infantería, y que su mala gestión puede crear brechas críticas.
La guerra de drones en Ucrania es una revolución tecnológica, pero también un recordatorio de que la superioridad material, la capacidad industrial, la valentía y la adaptación humana seguirán siendo decisivas en un conflicto que se libra cada vez más en pantallas que en trincheras.