Alexander Chusov batió el récord ruso cultivando una calabaza de 969 kilos. La pregunta no es cómo logró tal hazaña, sino por qué tantas personas compiten en este singular desafío. La respuesta reside en la creciente popularidad de las competiciones de hortalizas gigantes a nivel mundial, convirtiéndose en una especie de deporte de la horticultura.
Alexander Chusov, originario del Óblast de Moscú, según Associated Press, ha establecido un nuevo récord nacional al cultivar una calabaza de 969 kilos.
La interrogante que surge a nivel internacional no se centra en la técnica para cultivar una calabaza de una tonelada, sino en la motivación detrás de esta práctica.
La respuesta resulta más intrigante de lo que parece.
Chusov lo describe como "un trabajo científico", destacando la cuidadosa selección de semillas, la construcción de un invernadero especial con calefacción y la precisa calibración de las necesidades nutricionales de la calabaza.
Sin embargo, la comparación con el "deporte" resulta más acertada, según Daria Yermilova, organizadora del concurso de hortalizas gigantes en Moscú.
Las competiciones de verduras gigantes, populares en países anglosajones, han ganado impulso a nivel global, mostrando un creciente interés por la horticultura de grandes dimensiones.
Cabe destacar que la calabaza de Chusov no es la más grande cultivada en Europa. En 2024, Mario Vangeel obtuvo el récord europeo con una calabaza de 1.152 kilogramos en el Campeonato Europeo de Calabazas en Luisburgo.
El sabor de estas calabazas gigantes es, curiosamente, insípido. Las variedades utilizadas en las competiciones se caracterizan por su alto contenido de agua, lo que permite su gran tamaño pero las priva de sabor.
Esta situación refleja una tendencia en la selección genética de hortalizas, donde se prioriza la apariencia y la productividad sobre el sabor, un fenómeno exacerbado en las competiciones de vegetales gigantes.
Se trata de una carrera obsesiva por obtener las hortalizas más grandes, independientemente del sabor, como se observa en el concurso de calabazas de Sidamon en Lleida.
Más allá de la competición, existe una importante lección: la naturaleza posee una capacidad casi infinita para transformarse. La calabaza más grande del mundo representa un mensaje de esperanza.
Imagen | Great Pumpkin Comonwealth
En DAP | Así es la Feria de las Calabazas Gigantes de Sidamon, el pueblo de Lérida donde se juntan ejemplares de hasta 1.500 kilos