El oro alcanza precios históricos: un activo refugio en tiempos inciertos

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El precio del oro ha experimentado un ascenso sin precedentes, alcanzando máximos históricos por encima de los 3.649 dólares la onza. Este auge, el mayor desde 1979, se debe a la búsqueda de activos refugio ante la inestabilidad política y económica global. Desde inversores minoristas hasta grandes instituciones, la demanda de oro como cobertura contra riesgos se ha disparado.

En agosto, se reportó el aumento en la demanda de oro en Stilfontein, Sudáfrica, donde bandas armadas roban el valioso metal de túneles abandonados. Semanas después, la compra de oro se consolidó como una inversión de alto rendimiento.

El oro ha experimentado su mayor incremento anual desde 1979, un 39%, superando los 3.649 dólares la onza. Este incremento se debe a la búsqueda de protección ante la inestabilidad política y económica, y no a un colapso financiero tradicional.

Kenneth Pack, un jubilado de Nevada, invirtió en oro en abril como protección contra la incertidumbre política. A pesar del posterior repunte bursátil, mantiene el 17% de su cartera en metales y valores relacionados.

El aumento de la demanda de oro es global, desde los pasillos de Costco hasta las bóvedas de Londres, donde se espera que el precio continúe subiendo. Este fenómeno se inició hace tres años con compras sostenidas de bancos centrales y demanda china, pero en 2025 se ve impulsado por la aversión al riesgo en Occidente, en un mercado bursátil eufórico por la IA, utilizando el oro como seguro frente a un dólar debilitado y decisiones económicas impredecibles.

La política comercial global, con aranceles cambiantes, ha afectado las previsiones de inflación y crecimiento. La presión sobre la Reserva Federal cuestiona la independencia de una institución clave. El dólar ha tenido su peor primer semestre en más de cincuenta años, lo que aumenta el atractivo de activos no denominados en dólares estadounidenses. La falta de resolución en conflictos como el de Ucrania refuerza la percepción de fragilidad económica, recordando la década de 1970, cuando los shocks energéticos y la erosión del poder adquisitivo hicieron del oro una vía de escape.

Los ETF estadounidenses respaldados por oro físico han visto crecer su patrimonio un 43% desde enero, con entradas mensuales entre las mayores de la última década. Los hedge funds han concentrado casi la mitad de su exposición neta en oro, amplificando los movimientos a corto plazo.

El mensaje de Jerome Powell en agosto, insinuando recortes de tipos, actuó como catalizador. A corto plazo, abarata mantener un activo sin cupón frente a la deuda pública. A medio plazo, si se recortan tipos con pleno empleo e inflación alta, se podrían generar presiones de precios que sostengan el alza del oro. La sensibilidad del oro al coste de oportunidad es inmediata, pero su vigor depende de la narrativa económica: un recorte de tipos junto a un dólar débil e inflación persistente favorecería al oro.

En Londres, las bóvedas privadas reportan un incremento en la demanda de oro físico, hasta el punto de planificar la duplicación de su capacidad. Se observa un aumento en la venta de joyas para fundición, priorizando el valor del metal sobre la artesanía.

Figuras públicas promueven la conversión de cuentas de jubilación a oro, un síntoma de su consolidación como símbolo de protección patrimonial. Este auge del oro coincide con máximos bursátiles, reflejando una cobertura explícita contra escenarios adversos.

Medios estadounidenses advierten sobre el riesgo de estanflación (inflación alta y crecimiento débil), un escenario favorable para el oro. Analistas advierten sobre el aumento de la probabilidad de estanflación. Un crecimiento sólido en Estados Unidos y un dólar fuerte podrían frenar el alza del oro, pero las tensiones comerciales y una política exterior más retraída hacen esta hipótesis poco probable.

El auge del oro refleja la credibilidad de la política económica, la solidez del dólar y las tensiones geopolíticas. Mientras persista la incertidumbre, el oro se mantendrá como seguro sistémico. Un crecimiento robusto, inflación controlada y un dólar fuerte podrían ajustar las posiciones del mercado y reducir el entusiasmo por el oro. Actualmente, se observa una decisión racional de invertir en oro como una prima por certeza en un mundo volátil.