Ante la necesidad de incrementar la producción de alimentos y energía renovable, India está implementando sistemas agrovoltaicos. Esta innovadora solución combina la agricultura con la generación de energía solar, instalando paneles sobre estructuras elevadas en campos de cultivo. El modelo beneficia a agricultores como Harpal Dagar, quien ha triplicado sus ingresos gracias a este sistema.
Cuando una empresa de energía solar le ofreció a Harpal Dagar un pago fijo por 25 años a cambio de instalar paneles solares sobre sus campos, inicialmente lo consideró una estafa. Ahora afirma que sus ingresos se han triplicado y que duerme más tranquilo.
Este agricultor indio inicialmente pensó que la propuesta de Sun Master, de instalar paneles solares elevados sobre sus tierras a las afueras de Delhi, era demasiado buena para ser verdad. La posibilidad de seguir cultivando y recibir un pago anual durante 25 años lo convenció.
Según un reportaje de BBC News, Dagar, tras perder cosechas por los monzones, aceptó la instalación de los paneles para asegurar ingresos estables. Posteriormente, declaró que fue la mejor decisión de su vida.
Los sistemas que combinan agricultura y generación de energía solar se conocen como agrovoltaica. En India, se presentan como la solución más prometedora para producir energía limpia sin sacrificar tierras de cultivo necesarias para alimentar a la población.
La agrovoltaica aprovecha el espacio vertical. En lugar de optar entre un campo de cultivo o un parque solar, se integran ambos, colocando paneles fotovoltaicos sobre estructuras elevadas (al menos 3,5 metros) para permitir el paso de maquinaria agrícola.
En India, más del 55% de la población depende de la agricultura. Para 2050, con una población cercana a los 1700 millones, se necesitarán 350 millones de toneladas de grano. Simultáneamente, India se ha comprometido con ambiciosos objetivos climáticos que requieren entre 55.000 y 77.000 kilómetros cuadrados destinados a energía solar y eólica. La agrovoltaica se perfila como la solución a esta paradoja entre seguridad alimentaria y acceso a la energía, según un informe de Mongabay India.
Sun Master paga a Dagar alrededor de 500 dólares por hectárea al año, más un sueldo mensual de 170 dólares por el mantenimiento. El cultivo de cúrcuma se beneficia del microclima creado por los paneles: la sombra protege del calor extremo y reduce la evaporación, disminuyendo el riego.
Sin embargo, no siempre es beneficioso. Los paneles reducen entre un 15% y un 30% la luz solar, lo que imposibilita cultivos como trigo, arroz o soja. Anand Jain, otro agricultor, tuvo éxito con fresas y tomates, pero no con coliflor. Las verduras de hoja verde, jengibre y algunas flores sí se han beneficiado.
La adopción de la agrovoltaica en India es lenta comparada con China. Además de la incompatibilidad con algunos cultivos, el alto costo de elevar los paneles (un 20-30% más caro que un parque solar convencional) dificulta el acceso a pequeños agricultores, quienes dependen de empresas con capital para arrendar sus tierras por 25 años.
Para que las empresas asuman el riesgo, se desarrollan sistemas más eficientes y rentables. Se crean paneles "farm-forward" con mayor espacio entre filas para maximizar la luz y facilitar el paso de maquinaria, además de software para simular la incidencia de luz y calor en las plantas y predecir el rendimiento de la cosecha.
El potencial es enorme. Un informe técnico de GIZ estima una capacidad agrovoltaica en India de entre 3.156 y 13.803 gigavatios, superando ampliamente la capacidad fotovoltaica mundial actual (2 GW).