El conflicto en Ucrania ha experimentado un giro inesperado: tanto Rusia como Ucrania están llevando la lucha bajo tierra, utilizando sistemas de tuberías y conductos subterráneos para infiltrarse y evadir la creciente amenaza de los drones. Esta estrategia, observada en múltiples ocasiones, representa un nuevo desafío en el campo de batalla, obligando a ambas partes a adaptar sus tácticas defensivas.
La guerra en Ucrania está demostrando la creciente importancia de los drones en los conflictos bélicos modernos. Su impacto ha llevado a una estrategia inusual: la lucha se está desplazando bajo tierra.
En el frente de Kharkiv, soldados rusos han intentado infiltrarse a través de tuberías de gas y agua, arrastrándose por conductos subterráneos para acercarse a Kupiansk. Esta táctica, empleada en al menos tres ocasiones, supone un nuevo reto para las fuerzas ucranianas.
Ucrania ha respondido inundando, dañando y fortificando varios de estos pasajes subterráneos, reconociendo la extensa red de canalizaciones como un desafío difícil de controlar. El Estado Mayor de Kiev confirmó el uso de las tuberías por parte de Rusia, aunque aseguró que Kupiansk permanece bajo control ucraniano y que la mayoría de los accesos han sido neutralizados.
El uso de tuberías como rutas de infiltración no se limita a Kupiansk. En marzo, fuerzas especiales rusas recorrieron kilómetros a través de un gasoducto para atacar la retaguardia ucraniana en Kursk, una operación que Moscú consideró un éxito táctico a pesar de las pérdidas sufridas.
En Avdiivka, a principios de 2024, tropas rusas drenaron una tubería de agua para usarla como vía subterránea, abriendo salidas cada cien metros. Estas maniobras aprovechan la extensa red de gasoductos ucranianos, infrautilizados en la actualidad.
Como respuesta a esta amenaza, Ucrania ha implementado medidas creativas de ingeniería militar. En Kupiansk, se usaron explosivos para inundar una tubería que cruzaba el río Oskil. También se han colocado alambradas en algunos conductos, creando trampas para los intrusos.
Si bien se reconoce la posibilidad de que Rusia repare o reutilice estos pasajes, las autoridades ucranianas aseguran que la vigilancia es constante y que cualquier intento de infiltración será repelido. Esta situación demuestra que la defensa ucraniana abarca tanto la superficie como el subsuelo.
La guerra en Ucrania ya había mostrado un componente subterráneo en Mariúpol y Bajmut. Sin embargo, el uso de gasoductos y tuberías añade una nueva dimensión: corredores industriales abandonados se convierten en túneles militares improvisados debido a la eficacia de los drones en la superficie.
El gran diámetro de algunas tuberías permite el paso de hombres equipados e incluso suministros. Su extensión representa un campo de batalla potencial que incrementa las posibilidades de infiltración, obligando a Ucrania a destinar recursos a este nuevo frente. La ironía radica en que las infraestructuras que antaño transportaban gas ruso a Europa ahora son escenarios de combate.
El uso de tuberías como vías de penetración indica dos aspectos clave: la transformación del concepto de guerra por la proliferación de drones, y la capacidad rusa de explotar cualquier resquicio geográfico, incluso bajo tierra. Esto obliga a Ucrania a desarrollar defensas multicapas, desde el cielo hasta el subsuelo.
Estas tácticas subrayan la plasticidad de la guerra moderna, donde cualquier infraestructura civil puede militarizarse y el combate se extiende a dimensiones antes secundarias. Para los analistas militares, la batalla de las tuberías anticipa un futuro donde la defensa de un país dependerá tanto de su superficie como de sus infraestructuras subterráneas.