La falta de bolsillos funcionales en la ropa de mujer se ha convertido en un fenómeno viral, generando memes y activismo online. Estudios demuestran la significativa diferencia de tamaño entre los bolsillos masculinos y femeninos, dejando a las mujeres sin espacio suficiente para objetos básicos. Esta problemática, lejos de ser moderna, tiene raíces históricas profundas, ligadas a la imposición de cánones estéticos que priorizan la apariencia sobre la funcionalidad.
Una tendencia viral reciente en redes sociales, conocida como "claw grip", muestra cómo las mujeres sujetan sus pertenencias con una mano debido a la escasez de bolsillos útiles en su ropa. Esta imagen cotidiana refleja la desigualdad en el diseño de la indumentaria femenina.
La frase "Tiene bolsillos" se ha convertido en un comentario irónico entre las mujeres, debido a la dificultad de encontrar prendas con bolsillos de tamaño adecuado. En redes sociales, el hashtag #WeWantPockets refleja la frustración y el activismo digital de miles de usuarias que reclaman bolsillos funcionales en el siglo XXI.
Un estudio de The Pudding revela que los bolsillos de los vaqueros de mujer son, en promedio, un 48% más cortos y un 6,5% más estrechos que los de hombre. Solo el 40% de los bolsillos delanteros femeninos pueden albergar un teléfono inteligente, lo que resulta en bolsillos inútiles para guardar objetos cotidianos.
De forma irónica, mientras muchos diseñadores masculinos ofrecen bolsos como accesorios de moda, las mujeres siguen reclamando bolsillos funcionales en su ropa por pura necesidad.
La ausencia de bolsillos no es un simple detalle estético, sino un factor que afecta la autonomía femenina. Un reportaje de la BBC destaca la reivindicación histórica del bolsillo como símbolo de libertad en el movimiento sufragista, con la consigna "Votos y bolsillos". Tener un espacio propio en la ropa representaba independencia y libertad para las mujeres.
El caso de Cameron Dorado, una niña que escribió a Sainsbury’s para reclamar bolsillos en los pantalones escolares de niñas, demuestra la temprana consciencia de esta desigualdad. Tras la viralización de su carta, la compañía modificó sus diseños.
Históricamente, en el siglo XVII, los hombres tenían bolsillos cosidos en sus prendas, mientras que las mujeres usaban pequeños saquitos atados a la cintura. Esta diferencia implicaba una limitación en el acceso rápido a sus pertenencias, dependiendo del diseño de su vestido.
La situación empeoró en el siglo XIX con la moda ajustada que eliminó los bolsillos femeninos. The Atlantic señala que privar a las mujeres de bolsillos era una forma de privarlas de libertad. La moda reforzó el estereotipo de priorizar la estética sobre la funcionalidad, como lo refleja la frase de Christian Dior: "Los hombres tienen bolsillos para guardar cosas, las mujeres para decoración".
Actualmente, algunas marcas de alta costura como Chanel o Saint Laurent incorporan bolsillos, mientras que marcas independientes y de ropa deportiva han hecho del bolsillo amplio un emblema. Sin embargo, en la moda rápida, los bolsillos falsos, costuras inútiles o tamaños ridículos son comunes debido a los costes de producción.
El New York Times relaciona la ausencia de bolsillos en la ropa femenina con la dependencia de los bolsos, un mercado global que mueve miles de millones de dólares. La moda parece haber impulsado un consumo obligatorio de bolsos para mujeres, mientras que los hombres mantienen la libertad de salir con las manos libres.
Una anécdota de Diana Vreeland, editora de Harper’s Bazaar, revela la influencia de los intereses económicos en esta cuestión. La idea de dedicar un número entero de la revista a los bolsillos fue rechazada por la presión de la publicidad, debido a los altos ingresos generados por la venta de bolsos.
Cinco siglos después de la diferencia en el diseño de los bolsillos para hombres y mujeres, el debate persiste. La expresión de esta problemática a través de memes y hashtags en redes sociales apunta a una cuestión fundamental: la autonomía en la vestimenta y la superación de diseños que priorizan la estética y el mercado sobre la igualdad.
Cuando una mujer encuentra un vestido o pantalón con bolsillos funcionales, celebra no solo un detalle de costura, sino un pequeño triunfo en la lucha por la autonomía y la igualdad.