Decenas de dominicanos son deportados semanalmente desde Estados Unidos, muchos de ellos provenientes de Sabana de la Mar. Historias de Fausto Espino y Luis Alberto Tejada ilustran las dificultades de la migración irregular y el sueño truncado de una vida mejor. Ambos regresan a su pueblo natal tras años de trabajo en Puerto Rico, enfrentando la dura realidad económica de su país de origen.
Cada semana, numerosos dominicanos regresan a Santo Domingo tras ser deportados de Estados Unidos, dejando atrás sus familias y la esperanza de un futuro promisorio.
Muchos de estos deportados provienen del municipio pesquero de Sabana de la Mar, en la provincia de Hato Mayor, desde donde muchos emprendieron un viaje irregular a Puerto Rico, territorio asociado a Estados Unidos.
Fausto Espino, padre de seis hijos y residente de Sabana de la Mar, es uno de ellos. Fue detenido en su casa tras regresar del trabajo y posteriormente deportado. Espino trabajó siete años en Puerto Rico como ebanista, tras llegar en yola aprovechando la situación posterior al huracán María en 2017.
Su arresto en Estados Unidos culminó un proyecto que comenzó con su viaje en yola a Puerto Rico en 2017. El traslado incluyó etapas en Puerto Rico, Miami, Texas y Luisiana, antes de su deportación en un vuelo fletado por el gobierno estadounidense.
Espino destaca la diferencia salarial entre ambos países, lamentando las dificultades económicas en su país de origen.
Luis Alberto Tejada, otro residente de 35 años de Sabana de la Mar, también fue deportado recientemente tras dos años trabajando como albañil en Puerto Rico. Su trabajo le permitió ayudar a reformar la casa de su madre.
Tejada relata que antes de la nueva política migratoria estadounidense, él y otros dominicanos en situación irregular vivían con mayor tranquilidad. Fue detenido junto a otros dominicanos en un banco, aparentemente tras una llamada a las autoridades.
Tras su detención, Tejada pasó por centros de detención en Luisiana y Florida (Krome) antes de ser deportado a Santo Domingo en un vuelo con aproximadamente 200 pasajeros.
A su regreso, Tejada planea continuar trabajando como albañil, pero expresa su preocupación por la falta de oportunidades para los jóvenes en su municipio, deseando la creación de más fuentes de trabajo para evitar que la juventud recurra a la migración irregular.