La llegada de Takaichi Sanae como primera ministra señala una revisión significativa en la estrategia militar de Japón, marcando potencialmente el cambio más profundo desde la posguerra. Impulsada por las crecientes tensiones regionales y las dudas sobre el apoyo de Estados Unidos, su administración busca un rearme acelerado. Esta transformación se evidencia con la adquisición de misiles de largo alcance, rompiendo con décadas de política defensiva restrictiva.
El arribo de la primera ministra Takaichi Sanae, conocida por su postura firme en asuntos de seguridad, da inicio a la transformación militar más sustancial de Japón desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Su administración está promoviendo un rearme rápido para responder a la creciente presión ejercida por China y Corea del Norte, así como a la incertidumbre sobre la solidez del compromiso de Estados Unidos como socio estratégico.
El cambio se hizo evidente recientemente cuando el destructor JS Chokai viajó a California para ser equipado con misiles Tomahawk, armas con la capacidad de alcanzar blancos dentro del territorio chino y norcoreano.
Es la primera ocasión en que Japón adquiere misiles de ataque terrestre de gran alcance, dejando atrás un tabú que durante décadas limitó su defensa a propósitos estrictamente defensivos.
La estrategia de Takaichi busca profundizar un proceso que fue iniciado por el difunto Shinzo Abe, quien incrementó el gasto en defensa y flexibilizó leyes que ponían restricciones al uso de la fuerza. Su sucesor, Fumio Kishida, fortaleció esa línea con una revisión estratégica en 2022 que amplió las capacidades militares del país. En este momento, Takaichi acelera ese camino con un objetivo claro: transformar a Japón en una potencia militar moderna.
Uno de los puntos clave es el incremento del gasto en defensa hasta alcanzar el 2% del PIB, una meta que el gobierno espera lograr antes de lo previsto a través de un presupuesto adicional. No obstante, dentro del propio PLD se considera que ese porcentaje “no será suficiente”, lo que anticipa presupuestos aún más elevados en los años venideros.
Los fondos están destinados a ampliar las capacidades de las Fuerzas de Autodefensa (FAD). Japón desplegará misiles de fabricación nacional en Kyushu, ha incorporado su primer caza F-35B y da prioridad al almacenamiento de municiones desde la invasión rusa de Ucrania. Las nuevas amenazas —que van desde drones hasta ciberataques e inteligencia artificial— obligan al país a adaptarse rápidamente a la guerra moderna.
Sin embargo, el camino presenta algunos obstáculos. La depreciación del yen encarece la compra de armamento extranjero, mientras que un posible regreso de Donald Trump podría intensificar la presión para que Japón aumente aún más su inversión militar.
Takaichi también impulsa cambios estructurales. Tiene previsto crear una agencia nacional de inteligencia para centralizar la información estratégica, mientras que el PLD está ultimando una nueva estructura de mando que permita una mejor coordinación entre las ramas de las FAD y las fuerzas estadounidenses. Además, su gobierno está promoviendo una mayor flexibilidad legal para actuar en el ciberespacio y quiere eliminar por completo las restricciones históricas a la exportación de armas.
Incluso las políticas nucleares japonesas podrían ser revisadas. Si bien la ley limita el uso militar de la energía nuclear, el interés en adquirir submarinos de propulsión nuclear —como los que Corea del Sur comprará a Estados Unidos— ha reabierto el debate sobre los tres principios antinucleares establecidos desde 1967.
El rearme, sin embargo, se enfrenta a límites políticos y sociales. Las subidas de impuestos para financiar el aumento del gasto militar han sido pospuestas y chocan con la necesidad de atender a una población que está envejeciendo. Además, las FAD se enfrentan a una grave escasez de personal, con déficits que superan el 10% y alcanzan casi el 40% en los rangos bajos. El gobierno espera atraer reclutas ofreciendo mejores condiciones de vida, incluyendo internet satelital en los buques y nuevas facilidades para las tripulaciones.
Bajo el mandato de Takaichi Sanae, Japón está entrando en una nueva etapa. El país acelera la ruptura de las limitaciones que marcaron su política de defensa durante casi 80 años, al tiempo que se prepara para un entorno regional más tenso e impredecible. La pregunta ahora es hasta dónde llegará esta transformación impulsada por la nueva y agresiva líder del país.